Lady Necro

Jardín

 

Algún día seré tan diminuta 
Que podré habitar mi pequeño jardín.


Amanecer; abrir los ojos llenos de verde,

contemplar el rocio que cae destruyendo la mañana,
andar por las inmensas cortinas de pasto.
Hablar con catarinas, mariposas, escarabajos,
Contarles porque me fui y nunca volví.

 

Probar frutos jugosos, desechos,
que han caído de lo alto de aquel árbol 
al cual salvé de secar y morir. 
acariciar pétalos, Que se deshacen al tacto,
sentir que marchitan en mis manos.

 

Tender camas de hojas
 y colocar techos de corteza.
Crear mi otra casa tan cerca, tan lejos;
extraña, invadida de tibieza amorosa,
y lágrimas en néctar.

 

Oscurece; llegará la noche 
con sus lechuzas invisibles y sus llantos.
Me sentaré junto a ratones  a comer restos de pan, ver los hogares encendidos en luz. 
En el frío abrazaré orugas peludas que retozaran llenas de júbilo curándome las heridas de siempre. 

 

El mundo nocturno no será tan terrible 
entre seres olvidados, mudos,
repletos de tristeza y soledad. 

 

Caracoles inmensos se restregaràn a mi lado, empaparán de líquido azulado mi cuerpo;
para brillar con la luna, ocultarme de la gente,
del miedo, y la melancolía siniestra que me acecha. 

 

Algún día, comerán de mis restos las hormigas rojas, gigantes y violentas.
desmembraran mi cuerpo en miles de pedazos,
Que repartirán en el fondo de su hormiguero como una ofrenda a su diosa, madre y reina.

 

Cantará mi nombre algún ave cuando me recuerden los que fueron mis amigos.

 

Silbara el viento mis poemas para que no olviden aquella casa, aquel mar, la estrella que se fue,
las risas que decoran los recuerdos, los abrazos tiernos, las piadosas despedidas.