Conservo tus hoyuelos en el pan,
tus dientes de trigo en mi trago de agua,
tus senos en el racimo del vino,
y tus labios entre los pastizales.
Mantengo en las cuerdas del sol tu voz,
tu aroma en las llagas de la manzana,
la hondura de tu cuerpo en la sandía,
tu sonrojo en las curvas de la fresa.
Levanto el mantel, sacudo la luz,
abrazo las montañas que abren paso
al camino que la raíz emite.
En las plumas de las aves oculto
lo que dejó el reloj en transparencia
cuando conocí el cauce de tu tallo.