La muerte vestida de blanco
La santa muerte se viste de blanco,
para decirnos: “No hay miedo conmigo,
pues al final, les daré tierno abrigo.
Si quieren, hablaremos en un banco”.
Un día, me la encontré. Vi su Blanco
y sereno semblante como el trigo.
Temí por mí, esperando mi castigo,
pero ella hizo un ademán hacia un banco.
Escuchó lo que decía inmutado,
hechos del corazón sin alegría,
frente al indiferente y lento prado.
La muerte me propuso que vendría
para hablar y comer maíz pilado,
como consuelo durante ese día.