¿Qué sería
si cada una de estas letras fuera dispersa,
si se esfumaran una a una,
si fueran a parar
a un rincón olvidado de la indiferencia?
¿Qué pasaría entonces?
Sería el silencio
aprendiendo a pronunciarse,
una página en blanco
respirando ausencias;
la idea desnuda, sin voz ni refugio,
mirándose a sí misma
sin poder decirse.
Sería la memoria
hecha polvo fino,
el latido mudo
de lo que quiso ser;
un eco cansado
golpeando la nada
en un rincón sin nombre del ayer.
Pero mientras una letra resista al olvido,
mientras una mano insista en escribir,
no habrá dispersión que venza al sentido
ni indiferencia capaz de borrar el vivir.
Porque al final,
si todo se esfuma,
queda el gesto humano
de intentar decir;
y en ese intento, frágil y terco,
la palabra vuelve a nacer
y a existir,
a pesar de lo acaecido...
El Huagiro
Madrid, diciembre de 2025