Un gato azul
leyó un poema
dentro de un baúl
lleno de crema.
Con sus anteojos
muy bien parados,
leyó los ojos
de los helados.
Después gritó:
¡Quiero más queso!
y se asustó
en un regreso.
Porque era lunes
y su trabajo
era escribir
sobre un estofado.