Magullado,
henchido de heridas; su corazón nunca sana.
Ni sanará.
Expande su vientre en sístole y diástole;
cuando quiera darse cuenta habrá perdido la mitra;
en la cúspide solo queda un vértice imaginario.
Me gustaría enseñarte los valles de sus entrañas.
Descubrirás en ellos
el ardor en el lago de un recuerdo;
un recuerdo más triste que el silencio,
y más solo que la
luna.
Descubrirás en ellos,
el árbol de las hojas amarillas;
buscarás entre los restos de las fotografías
el esbozo de una sonrisa.
Es por ella que aún vivo, es por esa;
sonrisa.
Su dolor es mi dolor; soy nicho de su soledad.
Guarda dentro de sí calavera y desdicha.
Ya no necesita tener alma; allá donde se ha marchado.
Se ha marchado, y ya no tiene alma;
sea su calavera alacena de la memoria.
Tu dolor es su dolor; soy reo de quererle.
Magullado,
deja en esta tierra el legado de su obra.
Se fue, y dejó atrás los condicionales.
El hombre va al río; el río va al mar.
Tus estrofas hacen los meandros;
los cauces ya los ponen los hombres.