Jesús Ángel.

Desde la Alhambra.

 

Como la lluvia que cae en verano,  
sin propósito que entender  
y aun así parte del juego  
que todos jugamos.

En el ciclo de la vida,  
siguiendo su curso constante,  
vaivén eterno desde tiempos ancestrales.

Mientras la danza infinita del universo  
sigue su propio flujo,  
una chispa se apaga  
y otra nace.

Atravesando tormentas y senderos rocosos,  
desafíos y caídas,  
y aun así abrazando cada aliento,  
cada día, cada paso, cada avance:  
ahí es donde el vivir se vuelve arte.

Y así, desde la Alhambra,  
testigo rocoso,  
más allá de nombres y juicios, del bien y del mal,  
extiendo mis brazos y el horizonte ante mí se abre.

Y al universo proclamo:  
es momento para escribirlo,  
¡y en silencio gritarlo!

Cuando la chispa que habita en mí finalmente se apague,  
bajo el manto del universo  
me disolveré en el aire.

Y que sigan los vivos,  
con fuerza, con tesón y con empuje,  
porque de ese impulso se nutre la vida  
y de ese impulso nace el arte.