Cuando te vi por primera vez,
mi corazón se detuvo en el aire,
como si todo el mundo guardara silencio
para escuchar tu nombre,
ese que tus padres te pusieron con tanto amor.
Tú eres mi reina,
y yo, tu peón perdido
en un juego sin fin.
Avanzo lento, torpe, sincero y enamorado,
mientras tú te deslizas con gracia
por caminos que yo no puedo seguir.
Yo te protejo en cada jugada
con el corazón. Aunque tú jamás lo notes,
levanto murallas de sueños
para que no te toque el dolor.
Pero aun así te vas con tu rey,
siguiendo el destino que no me incluye,
dejándome en la esquina del tablero,
esperando un turno que nunca llega.
Yo solo soy un peón,
una pieza reemplazable,
un pequeño peón en tu historia enorme.
Pero aun así me quedo,
leal a tu corazón, fiel a tu mirada,
esperando que cada día mi camino cansado
cruce, aunque sea por un segundo,
el reino de tu mirada.
Y si nunca sucede,
si mi reina jamás gira hacia mí,
igual habré amado esta partida,
porque cada paso que di por ti
fue el jaque más hermoso
que dio mi corazón.