Estrategia
Para enojar la luna, contentaré a una estrella,
la llevaré en mis brazos, diciéndole al oído:
como antes te miraba, te miraré seguido
y no daré por nada razón de quién es ella.
Tan solo entre mi dicha te llamaré doncella;
por darme a cada instante la luz de lo perdido
y en el amor hacerme como un poeta herido
compaginar al trueno después de una centella.
Por consiguiente, todo, que puede ser un nada
lo entregaré en el beso, mostrando a tu mirada
lo encantador y bello que existe entre los dos.
Pero a la luna ingrata, no le diré qué tanto:
enterraré el secreto; desarmaré su encanto
y lo sabrá tan solo, tan solo nuestro Dios.
Samuel Dixon