Cosmogonía de la Mano Zurda
Por: Racsonando Ando
(Oscar Arley Noreña Ríos)
Ah, claro…
te masticas los mendrugos de la mañana
mientras dibujas cosmogonías
con cuchillas de afeitar.
Tus credos tienen unturas
de frondosos árboles
desperdigados,
silenciosos,
y hasta parasitarios.
Le escribes deseos
a un reloj varado
y alimentas el ego
de tu bancarrota.
Regalas una mirada barbilampiña
a los rascacielos
para que los ascensores
derramen sus lágrimas nocturnas.
Le dices adiós
a un tren de los FCN,
—pintado con las acuarelas de un infante—:
son los muros de las memorias.
Está firmado
con el epígrafe de una mano zurda,
en la que caben
los besos del mundo.
Bebes el veneno dulce
de las vísperas;
repartes el pan
de una rebeldía que no pide permiso
con los dedos sucios
de grafito y asombro.
Eres el arquitecto de los escombros,
el que encuentra en la herrumbre
una herencia viva.
Hoy resuelves
el enigma de la derrota:
descifras por qué el vacío
siempre estuvo lleno
y te declaras vencedor,
con tus propios milagros.
Porque tu mayor hazaña
fue haber ardido
y, entre las cenizas,
haber aprendido
a respirar.