Vino Peligroso
Cuando tu nombre roza mi lengua,
primer sorbo lento, vino peligroso,
el aire se pliega, sutil y celoso,
atando mis alas, esta noche lenta.
Tus manos —esos dos argumentos—
vencen la lógica, rompen los cuentos.
Se acercan despacio, rozando mi cuello,
tormenta en la orilla, deseo en destello.
La música tiembla, suave delicia,
las velas dictan la carne sin prisa.
Testigos de sombras, de pieles, de abrazos,
de un crimen silente, al filo del trazo.
Te dije con labios lo que no se nombra,
y tú —pecado vestido de sombra—
me abriste a la noche como un juramento,
con beso de estrella y gemidos al viento.