Rodrigo Martínez

En la mesa de los grandes

En la calle

se arrastra el metal

sediento de aceite.

Caen onzas de polvo —blanco y violeta—

sobre la banqueta

que la noche devora.

 

Siluetas se asoman

sobre el granel;

disfrazan su olor

con pólvora.

 

En la ciudad

la rata cumple su ciclo,

el gato espera.

La rueda gira.

El falso redentor

acude al llamado.

 

Redentor manchado,

la patria se consume en maquillaje;

la jerarquía

esconde lo luctuoso

entre los callejones

donde las lenguas

salen con una llama

de ácido azul.

 

En los jardines del palacio

se ocultan los cuadros

con fragmentos del mar blanco;

las aves beben las gotas

que el viento sacude

de los propios marcos.

 

En la mesa de los grandes,

los platos rebosan de aceite;

queda un labial en el vaso,

y el suelo cede

bajo la saliva de la ciudad.