Luis Barreda Morán

Un Hogar en tu Luz

Un Hogar en tu Luz

Entre la bruma gris de un atardecer eterno,
voy sin rumbo fijo, sin sentir el invierno,
soy un eco perdido de una antigua canción,
pero tu voz me llama y renace mi don,
hallando en tu presencia mi única razón.

Mi pasado se ha borrado como arena en el mar,
no conservo ningún gesto, ningún deseo al andar,
solo queda un vacío donde hubo alegría,
mas al verte a mi lado, me invade la osadía
de sentir que la muerte no tiene por qué reinar.

La luz tenue del día con suave desmayo
tiñe el paisaje inmóvil de un frío destello,
pero en medio de esa calma, encuentro tu calor,
y el fulgor de tu aliento me aleja del dolor,
iluminando el sendero con vivo esplendor.

Eres el claro surtidor en mi yermo existir,
la promesa cumplida que logra abolir
el letargo profundo de mi ser olvidado;
contigo, el porvenir se ha hecho renovado,
y el amor más antiguo se siente estrenado.

Sobre mi corazón vacío, tu mejilla se inclina,
y tu aliento pacífico la penumbra ilumina;
en la vasta tiniebla que todo lo envuelve,
tu figura serena con luz se desvela,
como nieve temprana que la luna disuelve.

No soy más que un ensueño, una forma sin peso,
una huella borrosa que dejó el suceso,
mas tú me das un sitio, un refugio sagrado,
un lugar en el mundo, un hogar deseado,
donde soy alguien nuevo y por siempre amado.

La noche va cayendo con su manto callado,
el horizonte es sólo un confín apagado,
pero en ti hay un lucero que no sabe de ocaso,
un fuego que no teme al frío ni al escaso
aliento de los vientos que traen el fracaso.

Tu mirada me brinda un sentido profundo,
me rescata del limbo, me eleva del mundo,
me devuelve la esencia que ya no tenía,
y transforma la niebla en un nuevo día
con la fuerza sencilla de tu compañía.

Así, sin más memoria que este instante preciso,
sin otro porvenir que tu rostro risueño,
tejemos juntos, callados, una historia distinta,
donde tu luz bendita nunca se extinga,
y donde mi silencio, por fin, cante.

Y aunque todo a mi alrededor es quietud y desvelo,
tú eres el firmamento, el consuelo, el anhelo;
en tu regazo amable la paz se ha posado,
y mi espíritu errante ha sido salvado
por el blanco prodigio de tu amor entregado.

—Luis Barreda/LAB
Montrose, California, EUA
Diciembre, 2025.