Forjado en fúlgidos cristales,
nacido en medio de la mar
llegado a bravos manantiales
erguido, me paré a volar.
Usando alas de madera,
en torno a mi volar ligera,
batí la nieve por abril,
regando alguna flor febril.
La córnea altiva, enamorada
de toda vista bien alzada,
me hacía bravo mirador.
Las alas bato siempre ardientes,
mostrando a las borrosas gentes
mi cuerpo juvenil de azor.