Cada día despierto con tu nombre,
como un eco que nadie escucha,
como un río que se desborda
y nunca alcanza tu orilla.
Te miro desde la distancia,
con las manos llenas de mundos
que jamás sabrás que guardo para ti.
Sería capaz de entregarte el cielo,
pero tus ojos no se detienen en mí.
El tiempo se vuelve herida,
cada instante un filo invisible
que corta la esperanza en secreto.
Y yo, condenado a este amor solitario,
muero en silencio,
sin que tú lo notes,
sin que el universo se detenga.
Morir en silencio…
es amar con todo el corazón
cuando el tuyo nunca responde