Ni jabón ni lejía me limpiaron
las manchas que llevaba en mi interior.
Me tejí de la higuera delantales
pensando en esconderte el corazón .
Huía lo más lejos de tu alcance
y a cada paso el miedo me envolvió.
Se abrió un abismo oscuro y envolvente
para el cual no veía solución,
sólo una muerte lenta y progresiva
que estrechaba mis años con dolor.
Bendito sea el puente de la cruz
que vislumbré en mis noches de oración,
porque pese a mis fallos como humano
preparaste un camino, mi Señor.
W.M®