Cielo Gonzalez

Lagunas

He intentado hablar contigo,

pero llevas puesta tu armadura

del Yo del ayer y no sé quién está hoy.

El tiempo se deshizo en tus huellas de

polvo marcadas en una laguna

desbordada.

En esta nada del pasado, me pregunto:

¿seré Yo quien está al frente?

Te busco en las cicatrices soterradas de

la memoria, en los traslúcidos hematomas

y en el ADN fracturado.

Descoso el cráneo, eléctricas fugas me

apuñalan desde adentro.

Navego en la laguna lactescente de la

memoria,

emergen caóticos trozos de la noche

y se sumerge la deforme niñez.

                                    Tierra traga cuerpo.

Sombras en huracán de sangre.

                     Depredadores arrancan huesos.

Cadenas de serpientes negras.

             Llanto desgarrado en coágulos.

Piel de criatura craquelada.

Intento integrarlos, ellos me cortan.

Me alejo, ellos gritan tu nombre.

Cerebro sordo punzante.

Sé que tu silencio es grito de batalla,

que no existe lenguaje capaz de narrar

ecos monstruosos, porque el silencio

cuando es estruendoso, duele en la

infancia, agrieta el recuerdo y arde en el

cuerpo.

Te conozco en el fuego líquido

de nuestra piel, te pierdo,

te desconozco en el abismo que te

estremece ligar.