Mateo 24,41.
En medio del desvelo,
cuando la noche el mundo ha sepultado,
levántase al consuelo
el monje al Rey amado,
en un silencio místico inflamado.
Frente al Sagrario herido,
las horas gasta en amorosa llama;
el mal es sacudido
por quien a Dios exclama,
y al alma enferma en su dolor aclama.
Con hábito de olvido,
desconocidos rompen la atadura;
del feroz Cazador
de amargura se quiebra
ante la voz de intrínseca fe pura.
Si el tiempo de la fiera
en la tiniebla impone su porfía;
a la noble vigilia,
del monje será guía:
le dicta al caos la soberanía.
¡Oh, vida en sacrificio!
Cántico vivo, trascendental guerra,
que en sagrado ejercicio
siendo cielo en la tierra,
al enemigo en su rencor destierra.
En el sacro silencio,
Dios les abraza el alma cautivada;
el Demonio, desnudo,
ve su saña burlada
por luz divina en monjes reflejada.
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(Romance).
En la noche más profunda,
cuando el mundo ya descansa,
se levanta el fiel Cartujo
a librar la gran batalla.
Horas pasa ante el Sagrario,
donde el mismo Dios se halla,
aliviando con sus rezos
las almas que el mal abrasa.
Con humildad se reviste,
y en la sombra su voz lanza,
rompiendo las duras redes
que el Cazador cruel trama.
Para mayor gloria de su Santo Nombre.