La soledad vs la agonía
La soledad me abraza en silencio,
me envuelve con su manto frío,
me recuerda que estoy solo
aunque el mundo siga girando.
La agonía, en cambio, grita,
me quema con su fuego oculto,
me arrastra a un abismo
donde cada instante duele.
Una me congela,
la otra me consume.
Ambas me reclaman,
ambas me desgarran.
Y yo, perdido entre sus manos,
me pregunto cuál será mi destino:
morir en el hielo de la soledad,
o arder en la llama de la agonía.
Round II – El grito del fuego
La agonía no calla,
ruge como un incendio oculto.
Sus llamas recorren mis venas,
devorando cada rincón de mi pecho.
Es un grito que desgarra la calma,
un eco que no me deja dormir.
Me arrastra hacia un abismo ardiente,
donde cada instante se convierte en herida.
No hay refugio,
no hay tregua.
Solo el fuego que insiste,
y mi alma que arde sin consuelo.
Round III – El duelo invisible
La soledad me congela,
me envuelve en su hielo eterno.
La agonía me consume,
me quema con su fuego implacable.
Soy campo de batalla,
donde dos sombras se enfrentan.
Cada latido es un choque,
cada suspiro, una herida abierta.
No hay vencedor,
solo un cuerpo desgarrado
entre el frío que paraliza
y el fuego que devora.
Round IV – El destino incierto
La soledad me ofrece su hielo,
un descanso que parece eterno.
La agonía me entrega su fuego,
un tormento que nunca cesa.
Ambas me reclaman,
ambas me desgarran.
Soy prisionero de su guerra,
sin salida, sin tregua.
¿Será mi destino
morir en el abrazo del frío,
o arder en la llama del dolor?
En medio de su combate,
solo espero un milagro:
un abrazo que me salve,
una voz que me recuerde
que aún vale la pena existir.