Los enamorados
habían tenido
varios desencuentros.
Una vez, por un
mensaje de texto,
mal interpretado.
El otro por un audio,
que ella no llegó
a eliminar, y
erróneamente él
oyó.
En ese audio, dirigido
a una amiga, decía
algunas cosas
poco felices de él.
Quisieron enmendar tantos
entredichos, por lo
que se propusieron
empezar desde cero.
Es decir, un encuentro
presencial, a la hora de
la puesta de sol.
La playa, los dos
sin interferencias,
ni de vecinos o mascotas.
El era amante de los gatos,
y ella tenía un perrito
bastante mal enseñado.
Que de entrada,
le mostró los dientes.
En las primeras horas
que iba a salir el lucero,
el destapó una botella
de cava, bien fría.
Ella tenía frío y
sus pies estaban
los suficientemente
húmedos, para no apreciar,
ni las palabras, ni la burbujeante
bebida.
Una pelota, cayó de imprevisto,
en medio de ellos dos.
Lo que hizo que ella
vociferara, con el
niño impertinente,
que lanzó la pelota.
¡Caramba Luisina, hacía
tiempo no te veía así,
porque rápidamente,
tu ira, esa cólera, no
era propia de ti!
Cuando te conocí,
fuiste todo aquello
que espero de una
mujer...
-Es que tu no sabes
ni la mitad, de lo
que he vivido este
último tiempo.-
Sin lugar a duda, sé
de tus buenos
sentimientos, y eres
una persona excelente...
Tu jefe, no te ha valorado
lo suficiente, y tus
hijos muy ingratos...
Ella sin pestañear,
sorbió un poco
de cava, y les
ganó el silencio,
la bella puesta
de sol , calmó
los ánimos, se dieron
la mano y ella
recostada en su
pecho, se sintió,
escuchada y comprendida
en ese silencio, de
no juzgar, ni de
hablar, dejar que
las olas rompieran
en la orilla siendo el
testigo de ese amor
y pasión que alguna
vez hubo y fue
bastardeado ....
(rosi12)