Anoche soñé
que iba a buscarlo
y no podía encontrarlo.
Buscaba, en el pequeño café,
en los suburbios, en las calles
en la costanera, en el boscaje.
De pronto, cuando ya me rendía,
rondando por última vez su casa
sentí un aroma a culpa y tristeza.
Era él, en un escondrijo del jardín
deshecho... ¡casi expirado sin mí!
Le tomé en mis brazos,
para que con mucho amor
y la sal de mis lágrimas...
sanara su piel y corazón.
En ese instante... ¡desperté!
Lo penoso -por ambos lo digo-
es que jamás en mi vida
una sublime visión mía
tuvo un segundo capítulo.
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P-Car
Paty Carvajal-Chile
N°1416 - 27.09.2022
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