SONETO DE LA VIGILIA
La casa aprende el arte de esperar,
respira lento el polvo de la noche;
la puerta sabe más que cualquier broche
y el viento finge pasos al pasar.
El vino enfría sueños sin tocar,
la cena que huele a tiempo que se esconde;
la vela, interrogando, no responde
y estira su razón al titilar.
Hay nombres que no cruzan el umbral,
promesas con abrigo temporal
-Un eco que regresa y no prosigue-
Navidad del que aguarda sin reproche:
cuando nadie regresa en esta noche,
algo muy hondo nace y no se extingue.
JUSTO ALDÚ © Derechos reservados 2025