En esta noche quieta, bajo las estrellas,
mi alma se abre a tu recuerdo.
No es la copa de Martel ni tu risa,
sino este silencio inmenso que me consume.
En cada nota de la canción que suena al fondo, tu imagen retorna,
una cascada de emociones que a mi ser envuelve.
No es tu piel ni tu mirada,
sino este amor que siento.
En cada suspiro, un eco de tu nombre,
un anhelo profundo en mi alma.
En cada nota siento tu partida,
y este dolor constante que a mi alma envuelve.
Y así, en este mar de melancolía,
en este atardecer de múltiples colores otoñales,
mi corazón lastimado encuentra, al fin, la melodía.