El amor pidió un nombre.
No se lo di.
Por eso duró.
Te amo sin nombrarte.
Como se ama lo sagrado:
con cuidado.
Cada nombre reduce.
Cada silencio expande.
Eso aprendí contigo.
Cuando otros preguntaban,
callé.
No era secreto: era respeto.
Tu nombre vive
donde no llegan las voces.
Ahí está a salvo.
Si un día lo digo,
será porque todo terminó.
Mientras tanto, respiro.
Amarte fue guardar
lo más valioso
fuera del lenguaje.