Déjame recordarte que aún te amo,
que en mis manos de arrugas y memoria
se anidaron las hojas de una historia
que en silencio al destino le reclamo.
De pronto nos negó, la misma vida,
seguir la huella tomados de la mano;
partiste de improviso hacia otro plano
hundiéndome en la niebla, sin salida.
Dolido, he procurado remendar
un año tras de otro año ésta, mi herida,
que palpita a la sombra y escondida.
Sin dejar que el dolor me detuviera
adopté mi manera de vivir:
Sonrío, si es que reír no pudiera.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.