Mi último mensaje,
un susurro en la noche,
una decisión hecha de sombras,
de silencios que pesan,
no voy a seguir adelante,
y la verdad me consume.
No te dejaré ir,
aunque mis palabras se han perdido,
en el espacio entre nosotros,
donde solíamos reír.
Dejé de escribir,
por no desgastar más el alma,
no porque dejara de importarme,
sino porque el sufrimiento
se ha vuelto un viejo amigo,
cansado de susurrarme secretos,
que no quiero escuchar.
Si me escribes,
te responderé con la esperanza
de que tu voz llame a la mía,
sin embargo, muchas noches
sigo mirando el móvil,
un faro en la penumbra,
esperando que seas tú,
su luz me guía,
aunque ya no brille como antes.
Ya no te digo buenos días,
la rutina de un amanecer sin ti,
se ha transformado en un eco vacío,
pero sigues siendo mi último pensamiento,
un refugio en la penumbra,
antes de que el sueño me envuelva,
las sombras susurran tu nombre.
Te extraño en silencio,
cada noche es un recordatorio,
de las risas despilfarradas,
de los instantes robados,
del amor que un día ardió,
porque cada estrella que miro,
me habla de ti,
y me fotografía el rostro
de lo que era un nosotros.
En este rincón de mi corazón,
habita tu esencia,
como el susurro de la brisa,
como una canción que nunca acaba,
y aunque la distancia duele,
y el tiempo parece un ladrón,
te llevo en mis venas,
como un poema no escrito.
Así que aquí estoy,
en este último mensaje,
reconociendo que no huyen mis sentimientos,
sólo danzan en la bruma,
esperando que un día,
las palabras fluyan de nuevo,
y en el eco de nuestra historia,
encuentre un nuevo comienzo.