LOURDES TARRATS

AVE QUE DESPIERTA

 

Canta sin razón,
como un ave pequeña
que simplemente,
decide alzarse en vuelo.

Aparece en la curva del día,
en el suspiro que exhala una flor
al romper el alba,
en el vapor dorado
de un pan recién abierto,
en el abrazo inesperado
que redibuja el alma.

Es la luz tibia
que bordea el invierno,
el instante en que el alma
se le aligera al cuerpo
como si el mundo dejara
de pesar sobre los hombros,
y el corazón —por un momento—
olvidara tener miedo.

Es frágil como certeza,
una fiesta sin porqué,
brotando desde la entraña
cuando se ama,
cuando se agradece,
cuando, simplemente… se está.

Y aunque a veces se oculte,
como el sol tras nubes lentas,
siempre vuelve.

Porque no se pierde.
Solo descansa un poco,
esperando que la llames
por su nombre.

Alegría—

Esa criatura luminosa
que a veces parece ausente,
pero cuando canta...
quiebra la cúpula del mundo
y deja entrar la luz.