María José Irigoyen

NINFÓMANA

Ocurre, que el título Ninfómana

queda perfecto ante la construcción de este cuerpo.

Tal vez, sea porque enfilo el principio

de los nuevos condenados.

 

Es hora de despertar a los sentidos,

apotegma en que me idiomatizas,

y el placer pecaminoso de obscenidad.

 

Derribáme y cometamos el delito.

Es momento de la exploración,

de sentir pieles aromáticas,

de probar texturas, tonos desiguales.

 

¡Es fascinante ver que te rindes!

La inocencia debilita el paso cada día.

 

Huesos quebrados, mandíbula suave,

cuello corpulento, clavícula y cutículas juntas.

Manos pálidas que se amarran a este cuello,

en el laberinto de un cuerpo lleno de sombras.

 

Seamos atletas

y deconstruyámonos en el deseo.