He bebido esta tarde,
la sonrisa impecable de un niño,
recreando el milagro de la vida,
entre plantas, gracia y fantasía.
Inventando santuarios de juguetes,
agitando sus alas de mariposa,
ha impregnado de matices el firmamento,
contagiando de indulgencias la mirada.
Tibiamente me ha entregado sus abrazos,
deslizando sus manos por el rostro,
recreando ilusiones con un beso,
en el maravilloso ingenio de su verbo.