Y acaso corres en trotante unicornio
por valles de encinas verdes,
viento que al son despeina tu pelo
y a lo lejos, sombra que se disuelve
donde ya no alcanzan mis ojos.
¡Absurdo intento de retenerte!,
azul espejismo de sonrisa noble;
vacía la plaza que se mantiene,
yo soy la mar desierta, y tú,
la ola que al romper se pierde.
Después, llega la noche,
y apagado el sol se duerme,
pero no puede la luz perdida
en mi fantasía detenerme.
Te ansío poderosa palabra,
con deseo tal vez; algunas veces,
y otras en cambio te aborrezco.
no es un desecho de amor...
ni mucho menos por ego.
Tú, deseo de tristes y agónicos
y perdición de quien te quiere eterno.
¡Felicidad! Te llaman; yo, oasis
para quién vive en el desierto.
Y volverás encendida de nuevo,
al galope purpura te espero.
Yo poseo la voz, las manos,
liberado de patrañas el sentimiento,
aún tengo a la vida, el mismo cielo...
Yo, aquí... Aquí te espero...