Te quise en la demora de tus días,
en lo que no dijiste y me entregaste,
en citas que pensaste y postergaste,
en sombras que en silencio me ofrecías.
Fui calma cuando tú te me escondías,
fui voz cuando a mirarme no llegaste,
fui piel donde un instante te quedaste
y luego fuiste niebla, y no volvías.
Me diste el gesto tibio, no el camino,
que prometió -en el roce- eternidad,
y me dejaste sombra en mi destino.
Y yo le puse fe a tu brevedad,
creí que solo era el miedo solo destino
y no la ausencia de tu voluntad.
Yasuara Melgara