Me acerco sin ruido
como se acercan las cosas que importan.
No para quedarme
sino para no invadirte.
Te hablo bajito
porque sé que algunas heridas
aún despiertan con los gritos del recuerdo.
Si tiembla tu nombre en mis labios
no es miedo
es cuidado.
Aquí no hay promesas grandes
ni gestos que asusten
solo esta presencia
que no aprieta
que no empuja
que no reclama.
Si alguna vez dudas
pon la mano en el pecho
el amor verdadero
late sin empujar la sangre.
Y si decides irte
este poema no te seguirá.
Se quedará quieto
agradecido
de haber sido
un lugar seguro
aunque fuera un instante.