Recuerdo sin alas, sucio que despierta estas letras de este escrito que hiere... Recuerdos sin tino, anegados de dolor que se esfuman ya entre sus sílabas y se vuelven los vestigios mitigados por ese sol que nunca fue mío... Recuerdo difuminado del solsticio antiguo que vio nacer, vivir y morir a esa mi ya marchita rosa, en sola soledad desgarrada, en veneno su savia, en mortal mortaja envuelta, en mi alma y mente escondidas, esa que aparece impredecible, esa que viste mis propias ajadas ropas...
Recuerdo, vil recuerdo jamás perdido, que se nutre de este mi dolor sin aroma, cautivo, tibio, tan frío, frío...
Recuerdo, vil recuerdo, que me asesina en tormentas amanecidas, aparecidas sin permiso, las que de pronto tiemblan y enmudecen ese instante, el del sin color de estos versos sin coraza, amurados a mi piel, amputados de silencios y vivencias indecibles que arden en este mi propio infierno.
Infierno en llagas, masacrado mil veces y otras mil, por mil tristezas cautivas, encadenadas a mi ser que muere una y cada vez vencida en mis letales versos, en mis letales, encontradas emociones...
(Patricia)