(Abel Hortencio Cardoza Cedeño)
Llanuras de Cunavichito de mi alma
Aliento que en mi vida se desgrana
De solo mirarte me arrulles la calma
Codicia de lindo espejo de sabana.
Tierra noble y sumisa
Te llevo en mi pensamiento
Inspiración con arraigo se improvisa
Por haber sido cuna de mi nacimiento.
Tus extensas leguas de caminos
Armonizan mis versos y tonadas
En mi condición de nieto de Florentino
Por llevar consigo la poesía soñada.
Eres paisaje y melodía
Donde aprendí desde pequeño
A ser becerrero echando mil y una travesía
Recorriendo sus medanales con empeño.
Voy jineteando mis cantares
Sintiendo la suave brisa que pasa
Dibujando con alegría los alcázares
Horizontes que mi mente enlaza.
En mi imaginar entusiasmado
Añoro a la calceta de La Fe,
Con un rebaño de ganado
Deletreando los versos al derecho y al revés.
Es nostálgico pensar
La manera cómo te has quedado
Rimbombancias de ese bello lugar
En presagio sublime desbordado.
Nostalgias de caminar por sus esteros
Congriales y morichales que se suspira
Al rememorar sus pampas y senderos
Consuelo por la que se inspira.
Difícil que otros te den serenata
Como yo a esa tierra, se las daba
Pues, el trino de mi garganta
Todas sus mañanas alegraba.
Con mis penas y abrojos
Promesa firme de cualquier despedida
Mis sollozos derivan de mis ojos
Recordando mi sabana querida.
Regresar algún día lo he soñado
Con mi corazón en mis manos
Pues, el buen hijo vuelve a casa
Sea tarde o temprano.
Adiós llanuras de Cunavichito,
Tus atardeceres serán mi lugar sagrado
Presagios de un campo bonito
Que en mis recónditos se ha sembrado.