Las justas de Dios no cesan y otra nube se parte en el cielo por
no vivir en paz.
Los sinsabores golpean de frente
y el enojo estéril abraza la pérdida.
Ruidos y progreso,
agotamiento, manos rugosas,
las plantas del pie se cortan con pasto benévolo,
y entre bailes amargados y ofertas de vidas peores,
se hace difícil saber dónde pisar,
se hace difícil saber.