Ysabel Gonzalez

Rumbo el barquito y sus alas de papel.

 

“Rumbo” era un barquito de papel, sin timón, sin velas, sin mástil, solo una hoja cuadriculada, pero con alma valiente y alada. Cuando el sol se iba a descansar, \"Rumbo\" entre bostezos empezaba   a soñar: que, en mares de olas gigantes  navegaba audaz, surcando esos océanos de la imaginación, Soñando con ese velero que veía desde lejos.

 

Y  entre sueños  decía: —¡Algún día seré como ese velero, con alas de tela y corazón viajero!

 

Una tarde aquel velero  se acercó, y con voz suave así le habló:

 

—No te apures, barquito, quien sueña despierto ya lleva velas en el alma. Yo también fui pequeño alguna vez, y el mar parecía demasiado grande.  ¡Sabes!  El viento siempre ayuda a quien se atreve a abrir sus alas, aunque sean de papel.

  

La luna le guiñó un ojo con su  luz dorada, y el viento suavemente  lo empujó entre carcajadas. Así navegó sin miedo ni prisa, con sueños bordados en cada sonrisa.

 

Porque, aunque era  pequeño y hecho de papel, su fe era gigante, y su alma también. Y en cada ola que el viento tejía, “Rumbo” dejaba una estela azulada que brillaba.