Manuel Valles

Días de asueto

Miro las calles desiertas.

Las hojas en los árboles

se sientan a llorar quedo.

Los estómagos revientan su porquería

junto a un estante

en donde los ordinarios guardan

su desdicha en una caja.

Las bestias duermen y su sueño

revolotea entre las moscas.

Hay gritos apagados

dentro de las cajitas bobas que siguen

inflando mentiras cual globos de fiesta;

y una zozobra en el alma,

un ahogamiento colectivo

en el interior de los cuerpos;

y un leño consumido, vuelto cenizas,

arrinconado allá

en donde los ojos del dios que todo lo ve

no pueden verlo.