Todas las tardes voy a ver el mar,
como es la vida, ví a una dama que
por sus mejillas lágrimas corrían,
me dió por preguntarle porque
lloraba, me respondió que su
amado se había ido de pesca y
aún no regresaba, y ya era tiempo
de su retorno, le dije tenga paciencia y
rueguele a mi Dios que lo traiga
sano, de repente le llegó una
llamada, como se reía al ver
que era él, como me llene de
alegría, recordé esos días de pesca,
cuando pasamos mucho tiempo,
hasta también como rezabamos
para que mi Dios nos bendeciera
con algo, así pasaban las semanas
y derrepente éramos bendecido
con buena pesca y hasta para la casa había.