*Neptuno, deseo en la marea*
En la espuma donde el cielo se curva,
emerge Neptuno, torso de sal,
con tridente en mano y mirada turbia,
como quien sabe lo que es amar.
Sus cabellos son algas en danza,
su piel, la arena que el sol doró,
y en cada ola que al pecho avanza,
hay un suspiro que se desnudó.
No pide permiso, no teme el fuego,
aunque su reino sea agua y temblor,
y cuando toca, lo hace sin ruegos,
como tormenta que huele a ardor.
La mujer que lo ve desde la orilla
siente que el cuerpo le empieza a arder,
pues no hay marea que no maravilla
cuando Neptuno la viene a ver.
No es pecado si el mar lo bendice,
Y ni siquiera luna lo quiere ocultar,
porque en sus brazos, el alma dice
que hay placer también en besar.
Annabeth Aparicio de León
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