Eterno desvelo, camino sin pasos quizás ni terreno,
entre cenizas de un día que muy pronto ha pasado,
sobrio de todo lo que creo más sano,
yo sin tal que me absorbo en mi gran desenfreno
creyéndome a salvo cuando el abandono es que impera,
extendido ese fuego por lugares de ensueño
que me cuelgan del cuello tan dentro la fiera.