Un soplo tibio baja
por las sendas del alma,
y al rozar mis raíces
las abraza una calma.
¿Será el Niño dormido
que en mi pecho respira?
Su júbilo es la rosa
que en la sombra se estira.
Navidad… ¡voz tan honda
que mi pena reposa!
Tu candor me deshiela
y en tu paz me hago rosa.