No es cosa de empeñarse,
pero venga ven, tomemos una taza de café,
que juro escucharte,
en mi ambiente cálido amigablemente...
Sal a buscarme,
y no te quedes en la penumbra de la tarde,
no te ahogues en tu presente,
que yo de entusiasmo puedo sorprenderte...
Ven a descubrir mi lumbre,
desde la confianza que nos brinde el primer roce,
algo que nunca se elude,
y que te abrirá a mí, como una flor que bulle...
Y luego huye quedándote,
en un adiós sin fin, amor que permanece,
e inexorablemente,
cada tarde tomaremos un café delicatessen...