En los poéticos cielos de Fresnillo, las nubes engendran presagios e incuban un oro imposible.
Entre sus pliegues arden continentes de fuego y nosotros, atónitos, buscamos señales, algún mapa que nos diga por qué el viento cambia de nombre al amanecer, alguna brújula que nos revele lo que murmuran las bugambilias cuando se acerca el invierno.