Trasporta un carretón azul a cielo abierto
por los llanos manchegos que desean ser mar
y con silbato cartero va de hogar en hogar
anunciando su oferta de jornalero incierto.
Su silbato pregona la espiga al descubierto
que florece del fuego errante y circular.
Cuando la piedra pone el acero a gritar
los niños hacen corro un sábado desierto.
Es la nube una lata con óxido en conserva
para enfriar el calor redondo del amuele
que acalora el bisel que iracundo se enerva.
Luego un éxodo rústico con máquina ciclista,
y azul Vergara deja que el espíritu vuele
con la huida azulada de imposible alquimista.
Y cuando la luz se desmiga
una pensión le espera con toda su maleta
a ese hombre de azul con cuerpo de poeta.
Del libro inédito: POEMAS PARA ENSEÑAR