Juegos, a orillas del mar
Llegó el hermoso verano
y quisieron disfrutar
unos niños junto al mar
con arena entre sus manos.
Eran pequeños hermanos
levantando su castillo
con sus palas y rastrillos
en la orilla de la playa,
rodeado de murallas
que defendiera el anillo.
Disfrutaban los hermanos
viendo el castillo lucir,
sin saber del devenir
lo que hicieran con sus manos.
Arrancó el viento solano
y la mar se embraveció
que, hasta la orilla llegó
las olas de blanca sal,
que quisieron derribar
lo que tanto les costó.
En la orilla de la mar
tienen la vista perdida
con sus almas afligidas
y tristeza en su mirar.
Ven su castillo arrastrar,
el que hicieron con arena
que, la mar no tuvo pena
en quererlo derribar.
Y no paran de llorar
con su grandísima pena.
Impuso el mar su condena
en forma de vendaval,
con olas blancas de sal
cuan unas largas cadenas.
Tendidas sobre la arena
solo quedan las espumas,
porque en la playa se esfuma
la malicia del pecado
que, al castillo ha derribado
dando sentencia y condena.
José Ares Mateos