Eres de esos amores que nunca se olvidan,
como el eco de una risa que se aferra al viento,
como un susurro en la brisa de un amanecer,
te siento en cada paso, en cada sombra,
en las huellas que dejaste en mis días oscuros.
Eres la luz que despierta cada recuerdo,
la melodía que resuena en mis pensamientos,
te encuentro entre las páginas de un viejo cuaderno,
tu sonrisa asoma entre líneas desdibujadas,
y la nostalgia me envuelve en su abrazo eterno.
Eres el latido que se aferra a mi pecho,
la tristeza y la alegría mezcladas en un solo instante,
la razón de mis desvelos, el roce de una estrella,
y en cada suspiro, en cada anhelo,
despiertas en mí el fuego de un amor sin final.
A veces, la luna me habla de ti,
sus rayos de plata acarician mis recuerdos,
y en la noche quieta, cuando el mundo reposa,
te busco en cada sombra, en cada estrella muerta.
Eres el amor que duele y que alegra,
la bruma en el aire que nunca se disipa.
Eres de esos amores que se extrañan,
que se llevan el tiempo,
que desafían la memoria
y se anidan entre los latidos.
Cada rincón de mi ser te guarda,
como un secreto que nunca se olvida.
Eres un refugio en mi mente inquieta,
un poema susurrado en las horas perdidas,
y aunque pasen los días,
aunque las estaciones cambien,
tu esencia se queda,
radiante entre las sombras,
viviente en el susurro de un adiós.
Eres de esos amores que jamás se olvidan,
el anhelo persistente en un rincón del alma,
el espejo que refleja lo que nunca se pierde,
y en cada despedida, en cada nuevo camino,
te llevo conmigo,
siempre, eternamente.