Espabilado e inquieto pido una muestra de valor,
uso un vetusto sombrero con el que iré callando
el susurro de las caracolas desde un risco.
Los ancestros oscuros han pagado su precio sin opiniones,
los perros callejeros han devorado la alborada,
llevando a cuestas la historia de una tarde desahuciada.
Estamos encantados sobre la pasarela oxidada
sobre las osamentas del pasado.
Abro un paréntesis y la imprudencia de mi personalidad
me obliga a despreciarme mientras merodeo
en los pasillos de un nocturno corredor.