En la naturaleza, con todos sus colores,
van vicios juveniles en ronda entre animales:
tiene la abeja ebria que fornica con flores,
los mosquitos que beben de sangres y metales,
las aves de rapiña con sus garras mortales,
y el humano que esconde sus vicios frente al mundo,
que dentro de su pecho, tiene un ardor profundo
por la brava lujuria que en todo lo divierte,
por la locura en trote robusto e iracundo
y por ideas duras hechas de vida y muerte.