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LA HORA CERO – versión mística

LA HORA CERO – versión mística

 

(con interludios)

Por: Racsonando Ando (Oscar Arley Noreña Ríos)

 

INTERLUDIO I — Voz del Origen

 

Cuando el tiempo es un soplo,

cuando la palabra no tiene dueño,

un latido oscuro abre las puertas del primer misterio…

 

I

 

Está colmado de palomas tu regazo,

y yacen salvas las entrañas del misterio.

Alguien declara que eres hijo de la nada;

sin luces, usas tus polainas de guerras declaradas.

Hay una agencia de alimañas sin registro,

vigías que custodian sombras,

y yo, entre tanto,

me pregunto:

¿cuándo empezó el nacimiento del silencio?

 

INTERLUDIO II — Voz del Guardián

 

No preguntes quién respira detrás de la noche:

cada sombra sostiene su propio juramento.

 

Está bien claro: el silencio calla.

 

II

 

La ciudad se refugia en su sueño,

como si los templos estuvieran rotos

por un dios sin memoria.

Los relojes tiemblan,

como si una profecía se hubiese escapado del calendario,

y en cada esquina se escucha un murmullo:

—«Es la hora cero…»—

repiten los ecos sin voz.

Hay un paria que otea el horizonte, quizás…

olisquea el paisaje

y aspira una ráfaga de luz.

 

INTERLUDIO III — Voz de la Niebla

 

No mires atrás sin permiso,

pues lo que fuiste ya te sigue,

y lo que serás es apenas un respiro.

 

III

 

Los pájaros han sellado su vuelo,

hay campanas invisibles

que dictan sentencia…

Y cuando el viento abre su túnel,

el mundo parece desnudo,

ciego,

intacto,

como si jamás hubiera sido tocado por la luz.

 

INTERLUDIO IV — Voz del Umbral

 

Todo destino necesita una grieta por donde entrar.

El miedo te duerme la conciencia.

Te convierte en cobarde.

 

IV

 

Sabes bien que el tiempo es un espejo roto;

sus astillas guardan nombres que nadie pronuncia,

rostros que nunca se asomaron a la aurora,

huellas que caminan sin cuerpo.

Y si preguntas por la última puerta,

una voz —que no es tuya— responde:

—«El final es apenas un vestido del comienzo…»—

 

INTERLUDIO V — Voz del Retorno

 

Lo que esperas,

también te espera.

 

V

 

Y cuando el telón se cierra,

una línea de humo dibuja un sendero sobre la noche.

Nada termina.

Nada empieza.

Sólo queda este instante suspendido,

donde el corazón late

sin pasado,

sin futuro,

como si la eternidad se hubiese sentado

a escucharse a sí misma.

 

CIERRE (susurrado)

 

Es la hora cero…

—murmura el eco—

es la hora eterna.

 

“No quiero mentir.

Pero no puedo decir la verdad,

así que… se terminó.”