No niegues ni preguntes,
déjalo ser:
el viento no explica su rumbo,
la noche no justifica sus sombras,
y aun así sabemos que están.
A veces basta un gesto,
el hilo fino entre dos silencios,
la certeza que se acomoda en el pecho
aunque nadie la nombre.
No niegues ni preguntes,
que todo lo que importa
acaba por decirse
en el idioma tranquilo
de lo inevitable.
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Rafael Blanco López
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